Miguel Angel
     [951](1475-1564)

 
   
 

 
     Se apellidaba Buonarroti y su nombre Michelangelo pasaría a la Historia como el del más grande artista de todos los tiempos. Arquitecto, escultor, pintor y poeta dejo una estela imborrable de creatividad y de genio insuperable y tuvo influencia en todos los artistas posteriores del Barroco y de los tiempos nuevos por su creatividad, por su espiritualidad y por su presencia eclesial.
   Nació el 6 de Marzo de 1475 en Caprese, cerca de Arezzo. Era de espíritu y cultura propios de Florencia. Vivió parte de su vida en Roma, cumpliendo los encargos de los Papas y de los señores, pero volvía a su ciudad cuando podía.
   A los 13 años estuvo trabajando en el taller del pintor Domenico Ghirlandaio. Acudía a contemplar las esculturas del jardín de San Marcos y era invitado a las tertulias de Lorenzo el Magnífico en su palacio de los Medici. Allí tomó contacto con grandes figuras del arte de su tiem­po. Allí conoció a dos jóvenes que llagarían a ser Papas: León X y Clemen­te VII.
   A los 16 años ya había fabricado dos esculturas interesantes: "Combate de los lapitas y los centauros" y "Virgen de la escalera". Lorenzo el Magnífico le patrocinó con generosidad, pero murió en 1492. El dejó entonces Florencia y fue a Bolonia, donde esculpió estatuas para el Arca de Santo Domingo. Al poco marchó a Roma. Analizó muchas estatuas antiguas. Recibió el encargo de esculpir el monumental “Baco”, que le dio cierta fama en Roma. Luego esculpió “La Pietà” (1498-1500) para San Pedro del Vaticano. La terminó antes de cumplir los 25 años.
   Vuelto a Florencia elaboró la gigantesca (4,34 m) escultura en mármol del David, realizada entre 1501 y 1504. Junto al Moisés, realizado al poco tiem­po, llevó a la cumbre su estilo majestuoso y grandioso.
   Mientras hacía las últimas obras, se dedicó a la pintura con el fresco “La batalla de Cascina”, para el salón de los Quinientos del Palazzo Vecchio, que se colocó frente al de Leonardo sobre la “Batalla de Anghiari”. Recibió len 1505 la llamada para decorar la Bóveda de la Capilla Sixtina en el Vaticano. Volvió a la Ciudad Eterna, por encar­go recibido de Julio II, junto a otros. El monumental decorado del “Juicio final” fue realizado 24 años después, en 1536. Su genialidad llegó a la cumbre de la inspiración durante cuatro años en fragmen­tos magníficos: Separación de la luz y las tinieblas, Creación del Sol y la Luna, Creación de los árboles y de las plantas, Creación de Adán, Creación de Eva, El pecado original, El sacrificio de Noé, El diluvio universal y, por último, La embriaguez de Noé.

   Julio II le había encargado realizar su tumba, planeada desde un primer mo­mento como la más grandiosa de toda la cristiandad. El artista la diseñó para ocupar lugar selecto en la nueva basílica de San Pedro, entonces en construcción. Pensó en tallar más de 40 figuras según un plan prefijado. Con esta idea pasó varios meses en las canteras de Carrara, a fin de obtener el mármol necesa­rio para sus imágenes.
   Reci­bió la orden pontificia de termi­nar la Sixtina y dejó en suspenso el proyecto. Con todo perfiló el “Moisés”, figura pensa­da como central de la nueva tumba. Tam­bién tuvo tiempo de esculpir varias figuras más: "Esclavo moribundo" y "Es­cla­vo rebelde".
   En 1519 diseñó la fachada (nunca realizada) de la iglesia de San Lorenzo en Florencia, a donde había regresado aquel año. En 1520 diseñó la “Biblioteca Laurenciana” (sala de lectura y vestíbulo con la escalinata). En 1534 recibió el encargo de hacer las tumbas de los Médici en la sacristía Nueva de San Lorenzo. Preparó para ellas figuras des­nudas personificando a la Aurora y al Crepúsculo, el Día y la Noche.
   El Juicio final fue iniciado en 1536 para decorar la pared situada tras el altar de la Capilla Sixtina, durando su confección cinco años. Miguel Ángel representó a todas las figuras desnudas, pero fueron tapadas una década después con los paños de pureza, realizados por Daniele da Volterra (a quien llamaron por el ello il Braghettone). Cuando a finales de 1970 se restauraron los frescos de la Sixtina, se volvió de nuevo al desnudo original y se eliminaron las adhen­cias.
   Entre 1538 y 1539 se entregó a las obras de remodelación de los edificios del Capitolio. Lo concibió como un espa­cio ovalado y en su centro colocó la estatua ecuestre en bronce de Marco Aurelio. Pero, como arquitecto, su obra genial fue la de San Pedro del Vaticano, que le fue encomen­dada en 1546. Una impresionante cúpula remató la planta en cruz griega diseñada por Bra­mante. Las pechinas so­portarían una cúpu­la de 42 metros de diámetro.
   La figura de Miguel Angel, ad­mirado y protegido por Papas, reyes, príncipes y carde­nales, por pintores y poetas, quedó como emblema del genio singular y poli­valente del arte.